Parking de Santa Teresa. Toledo
Vuela por unos instantes lejos del asfalto, a la antítesis de lo humanizado…
Háblame de la soledad y del silencio…
Cuéntame cómo y dónde se esconden los silencios de la montaña intacta.
Escribe acerca de soledades, de viento, de nieblas, de piornos y perdices de altura.
Abre los poros… desnúdate hacia dentro… prescinde de lastres…
Afronta el vértigo que supone mirarte y mirar a los ojos desde la desnudez, sin otro deseo que el contraste de igual a igual…
Déjate seducir por el encuentro. Escucha el silbido de la cabra. Saborea la pureza infinita del agua invernal. Observa el azote del viento sobre las ramas del pinar. Acaricia el relieve de los cristales de la roca apartada. Descubre al otro. Abrázate.
Ven, ven y ven… acércate… la sierra será tu alimento y tu medicina, tu amante permanente y silenciosa, la mediadora entre tú y tú mismo. Será tu oro y tu aridez, tu posesión momentánea, tu deseo inalcanzado…
Ven y sal del camino… adéntrate allá donde alcanzan tus ojos pero no la información.
Encuéntrate dentro de ti… piérdete en Gredos.
«El Tupé» y la «Peña del Águila»
¡Pero qué bonito!
Hola Zero.
Bueno así son las cosas… el contraste entre la ciudad, nuestra vida de prisas y la montaña.
Un fuerte abrazo.
David.